La cruda realidad a treinta minutos en coche
Somos dos alumnas de cuarto de carrera del Grado de Comunicación Audiovisual y Fotografía Digital, Lourdes López e Irene Ferreira. Este año hemos tenido una asignatura en el título propio de fotografía que se llama “Fotografía Documental” impartida por el fotógrafo Pablo García Sacristán. Uno de los trabajos que teníamos que realizar era un reportaje de una asociación para poder conseguir como objetivos capturar la esencia de la organización, practicar el trato directo con el cliente y ver cómo éramos capaces de manejarnos en ciertas situaciones.
Para realizar el trabajo decidimos ponernos en contacto con Acción Social de nuestra universidad, sabíamos que colaboraban con diferentes asociaciones y que nos podían ayudar. Así fue y nos pusieron en contacto con la Asociación BOCATAS y enseguida pudimos contactar con ellos. El presidente de BOCATAS, Jesús de Alba Muñoz estuvo en contacto con nosotros y nos permitió poder acompañarlos un viernes en lo que llaman ellos “El Viernes de Bocatas». Es el día en que preparan la cena en sus oficinas situadas debajo de la Parroquia de Santo Tomás Apóstol, la suben a una furgoneta y la llevan al sector 6 de la Cañada Real dónde dan de cenar aquellas personas más necesitadas que se acercan al puestecito que montan con mesas alrededor de la furgoneta.
Para realizar el trabajo decidimos ponernos en contacto con Acción Social de nuestra universidad, sabíamos que colaboraban con diferentes asociaciones y que nos podían ayudar. Así fue y nos pusieron en contacto con la Asociación BOCATAS y enseguida pudimos contactar con ellos. El presidente de BOCATAS, Jesús de Alba Muñoz estuvo en contacto con nosotros y nos permitió acompañarles un viernes en lo que llaman ellos “el viernes de bocatas». Es el día en que preparan la cena en sus oficinas situadas debajo de la Parroquia de Santo Tomás Apóstol, la suben a una furgoneta y la llevan al sector 6 de la Cañada Real dónde dan de cenar aquellas personas más necesitadas que se acercan al puestecito que montan con mesas alrededor de la furgoneta.
Pequeña no sería nuestra sorpresa cuando llegamos y nos movimos por la calle del sector principal, sector 6. Alli nos encontramos casas razonablemente bien construidas y otras hechas con lo que habían encontrado como cartones, plásticos, maderas, palets… Nos quedamos en shock cuando vimos casas medio abiertas que dejaban ver el pequeño salón donde se veían dos personitas pequeñitas acurrucadas delante de una estufa que sufría por mantener encendido el fuego. Familias con niños que agradecían la sopa calentita que preparó el cocinero Hachin para calentar los corazones y la barriga en esta época de frío.
A pesar de todas las dificultades que estaban pasando siempre daban las gracias y tenían una palabra y una sonrisa amable para ofrecernos. Fue una experiencia que nos abrió los ojos a otra realidad. Una realidad que está muy cerca de nosotros. Nos dimos cuenta de que no hay que irse muy lejos para ayudar e intentar cambiar o al menos mejorar la vida de la gente, sólo hay que conducir treinta minutos desde la universidad.
Residente de la Cañada tomándose la cena frente al fuego – Irene Ferreira